miércoles, 14 de octubre de 2015

Coaching para adolescentes



Hace a penas tres meses me llamó una mamá buscando un/a coach especialista en adolescentes, para "tratar" la falta de motivación académica de su hijo, D., que bien se auguraba que iba repetir curso.
Por ética profesional (y personal) fui muy honesta: "Bueno, aunque he llevado varios procesos de coaching y sí, tengo la titulación de Coaching con PNL, no soy experta en adolescentes... de hecho nunca he trabajado con ellos."
Nos entrevistamos al día siguiente con su hijo delante. Después de escuchar atentamente su situación, les expuse, sin tapujos y con toda la claridad y transparencia del mundo, cómo trabajo y qué herramientas o habilidades uso, con la intención de que vieran si yo pudiera contribuir a "solucionar" su "problema", o, tal vez, no fuera lo que estuviesen buscando. Y a otra cosa, mariposa.
Debió valorar positivamente mi postura (o simplemente le  gusté ;); o francamente estaba muy desesperada) y decidió "probar" conmigo. Se sentía ciertamente perdida ante los resultados académicos de D., su muestra de apatía y el síntoma de falta de motivación

Decidimos probar. Ellos conmigo y yo conmigo misma. Era todo un reto y al tiempo una oportunidad para aprender, descubrir y desarrollar mis nuevas habilidades. Salí de mi zona de confort, como quien no quiere la cosa, y emprendí la aventura ante un territorio totalmente desconocido para mí... o tal vez no tanto, a veces me cuesta distinguir dónde están los límites. Nunca antes me había planteado la labor como "coach" demasiado en serio, pero desde que empecé dos procesos paralelos con adolescentes, confieso que es una tarea que me fascina.  O son ellos, o soy yo, o somos todas las partes integrantes, incluso las madres preocupadas y un tanto angustiadas que también contribuyen y hacen su labor en este proceso, donde mi más elevada intención es que los chavales aprendan a desarrollar nuevas habilidades y a pensar de manera diferente para conseguir sus metas.

No existe la falta de motivación. Existe la falta de visión.


Cual fue mi sorpresa, que al día siguiente de nuestra entrevista, me llama otra mamá con la misma petición para su hijo mayor. Se corrió pronto la voz. Hice exactamente lo mismo. Había funcionado la primera vez, había muchas posibilidades de que esta vez también funcionara. Cuando me comentó que su hijo presentaba exactamente el mismo síntoma que D., falta de motivación, hubo algo que me chirrío por dentro y atendí de inmediato. Entonces fui consciente, y así lo expuse a mi futuro cliente y a su madre, que no existe la falta de motivación, que  cuando alguien tiene claro lo que quiere, cuando tiene un sueño y desea febrilmente alcanzarlo, la motivación se genera de una manera totalmente natural y neurológica. 
Estos chavales no presentaban ninguna falta de motivación, simplemente no veían claramente lo que querían conseguir. Y me centré en eso para seguir trabajando con ellos.
Durante la primera sesión se les esclareció esta parte. Cada uno de ellos, en su respectivo proceso, dejó explícitamente claro qué era a lo que se quería dedicar cuando fuera mayor... y sobre todo, lo más importante,  en quién se quería convertir.
Y desde ahí, empezó todo.

Con un Sé lo que quiero todo parece más fácil.

Entonces todo pareció esclarecerse... ellos... y yo, dentro de su cabeza... y dentro de la mía. 
Nos íbamos conociendo y cada una de las partes nos empezábamos a sentir más con ganas respecto a nosotros mismos, respecto al proceso y respecto al otro.
No era "falta de motivación", era falta de recursos para tomar consciencia de qué era lo que querían conseguir, de qué es lo que tenían que hacer y cómo lo debían hacer para conseguirlo. En la segunda sesión cada uno de ellos vino con la cara más sonriente, los rasgos más relajados y más dispuestos a ponerse "manos a la obra". Lo veían más fácil, más accesible y más "real".
Cada uno de ellos empezaba a verse más capaz, y yo también. Cada vez veían con más fuerza que su sueño era posible... y yo también. Ellos iban alucinando con los resultados académicos que empezaban a tener con los primeros exámenes, y yo también. 

Otra vez me hizo pensar que somos sistemas que pertenecen a sistemas más grandes, que a su vez forman parte de sistemas superiores y así... hasta el infinito y más allá. 

Resulta imposible que ellos pudieran aprender sin aprender yo. Que mostraran un cambio de actitud, sino no lo hubiera mostrado yo en el momento en que me dispuse para acompañarlos en su aventura, al tiempo que yo también iba pasando por la mía; que les invitara a salir de su zona de confort sin haber salido yo de la mía, que hay sorpresas agradables... y en este sistema tan curioso (coach- cliente-familia de cliente), todos estamos aprendiendo a superar nuestras propias expectativas. 
Soy muy consciente que el mérito no es mío. El mérito y la labor es de ellos... y que yo sólo les acompañaré en una parte muy pequeña de su camino. Que si ellos no hubieran querido yo no tendría nada que hacer, que ellos están poniendo toda su carne en el asador porque están aprendiendo a apostar por ellos mismos, como yo también hice en mi momento.

No sé como terminará esta historia con estos dos clientes tan especiales para mí. Posiblemente nunca sepa si conseguirán su sueño o se perderán por el camino, ni si a lo largo de los años de aventura que les espera seguirán contando conmigo... Tampoco sé si cambiarán de objetivo, ni si seré testigo de sus triunfos. Lo que sé es que en esta época de su vida (y de la mía), en este proceso yo estoy dejando mi huella en su sistema, en su mente y en sus emociones. Y eso lo veo cada vez que les abro la puerta para recibirles. 


Gracias por leerme.
 

4 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho. Gracias por compartir

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti. Miguel, por leerme, por dejarme el comentario y por seguir en contacto.
      ;)

      Eliminar
  2. María, me ha encantado... precioso, me he emocionado. Seguro que esta historia termina bien, sólo con ver la seguridad que has dado a mi hijo y la tranquilidad a mi...segurísimo y espero puedas ser testigo de su triunfo. Algún día diré, no fue fácil... pero lo logré. Gracias.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Maria Dolores, por tus palabras, por creer en mí y, por supuesto, en tu hijo.
      Cómo dijo, Miguel Ángel, artista del Renacimiento:
      « ¿Cómo puedo hacer una escultura? Simplemente retirando del bloque de mármol todo lo que no es necesario. »
      Quitar lo que sobra en los humanos también es una labor tan hermosa como complicada a veces... sin embargo es posible. Y esa es una de mis tareas, quitar lo que sobra en estos chavales para que se muestres quienes verdaderamente son. Miguel Ángel retiraba el marmol.. yo quito otras cosas. ;)
      Gracias de verdad por darme la oportunidad de vencer mis propios límites y conocer al crack de tu hijo!

      Eliminar