lunes, 30 de diciembre de 2019

¿Saber vivir para saber morir?




Dicen que quien más valora la vida, menos teme a la muerte.

La muerte, el morir y el miedo a lo desconocido.
Un tema de todo menos indiferente, fue el que abordamos el pasado 3 de diciembre durante el programa de radio "Aprendiendo a vivir" [puedes hacer doble click en el enlace si quieres acceder al programa] y que he querido aprovechar para despedir 2019 y abrir líneas de reflexión para vivir más conscientes el casi estrenado 2020.


Algunos de los oyentes dejaron sus comentarios. 
"No temo tanto a la muerte como al cómo morir."
El cómo, el sufrimiento y el dolor que puede suponer un proceso hacia una muerte inevitable es a lo que mayormente se teme, más que a la muerte misma.
"Yo no temo morir, temo a que mis seres queridos vayan desapareciendo"
Ese apego, tan arraigado en Occidente, que evita que "soltemos" aquellos vínculos que consideramos a nivel mental, imprescindibles para sobrevivir y aprendamos a "desapegarnos" para vivir con mayor plenitud.
Otros muchos de los que temen morir a lo que realmente temen es a ser olvidados.

Mientras que, en otras culturas, la muerte está presente en rituales, incorporada e integrada como algo natural dentro del mismo proceso de vivir; en occidente sigue siendo un tabú, algo de lo que no hay que hablar, algo oculto, algo, incluso maligno y temeroso. Y es que, según, el artículo que leí horas antes del programa, en occidente fomentamos el concepto de aferrarnos a las cosas y de crecer con la idea de que todo es "para siempre"; no se nos prepara para las pérdidas, para el desapego ni para las ausencias. Esta manera de pensar y concebir la muerte hace dificultoso que podamos aceptarla como algo natural en el proceso del arte de vivir.

La muerte es por lo tanto un concepto arraigado en la cultura e idiosincrasia de un país, una nación o un continente entero.  En otras partes del mundo, se concibe la muerte como un motivo más para celebrar la vida y reforzar los vínculos del grupo de pertenencia, la familia o la tribu; siendo así, se entiende que las sociedades también se puedan reforzar gracias a la muerte, concebida como una experiencia vital que es inevitable y necesaria.

Cuando Santiago Domingo, el creador y coordinador de Aprendiendo a vivir, me comunicó el tema de la semana, empecé a indagar sobre un libro que me facilitó mi madre, amplia conocedora de bibliografía de temas "raros", a través del cual me inspiré para mi intervención en el programa. El título ya me llamó la atención:Una vida para una buena muerte cuya autora, Susanne Schaup expone la vida y las experiencias como terapeuta de Elisabeth Kübler-Ross que centró su carrera, casi por casualidad, en considerar la muerte como una parte relevante de la vida y ayudar a moribundos, hablando con ellos y acompañándolos en los últimos momentos, en lugar de dejarlos morir solos, desarraigados, con sus temores. Entre sus páginas pude extraer, que si concebimos la muerte como parte del proceso de vivir y lo tomamos como algo natural e inevitable, tal y como es, el miedo y los tabúes vinculados a ella serian menos. Kübler-Ross se planteó el por qué en la civilización moderna, a diferencia de lo que sucedía en otras épocas y culturas, la muerte y la agonía van ligadas al miedo, y expone que si cambiamos el enfoque y la mirada, la muerte y el concepto de ella modifican la realidad. Una vez más nos encontramos evidencias de que nuestras creencias son tan poderosas que crean nuestra realidad, incluso nuestras creencias sobre la muerte.

Desde la experiencia y conocimientos de mis compañeras de tertulia: Mª José Villalba, Maria Amparo Ramos y Nuria Verger, expusieron el tema desde la trascendencia y aprendizaje del Ser, y el miedo (también comprensible) al cambio que supone dejar la materia, nuestro cuerpo, para convertirnos, transformarnos o "volver" a nuestra esencia como seres espirituales. También hablamos sobre la muerte "clínica" y que, hablando como si de energía se tratara, (que ni nace ni muere sólo se transforma,) la muerte como tal no existe. Todo forma parte de un continuo proceso de cambio, evolución y transformación del Ser.

Desde mi experiencia en procesos de formación y coaching, y también vivida personalmente, la muerte (como dejar ir algo nuestro para evolucionar como seres humanos), forma parte de la naturaleza de evolucionar y vivir. A lo largo de nuestra vida, nos podemos encontrar en procesos de crisis, digamos, "existenciales"en el que la única salida es trascender a lo que hasta el momento "hemos sido" y dejar morir partes nuestras para dejar emerger nuevos valores, prioridades, estilos de vida, y propósitos. Estas "llamadas" a evolucionar y tomar consciencia de un aprendizaje vital, a menudo se manifestarse a través de enfermedades, depresiones, miedos o sentimientos de profunda vulnerabilidad. Durante ese periodo, estamos siendo llamados a reconstruirnos como seres individuales y desde nuestro sentido del Yo. Son momentos que nos invitan a dejar parte de quienes fuimos para convertirnos y crearnos en quienes estamos llamados a ser; a replantearnos qué queremos de verdad, por qué estamos dispuestos a levantarnos todos los días y seguir adelante, en quienes nos queremos convertir. Una oportunidad para la transformación desde dentro. El dolor y las crisis pasan, y al salir de estos procesos, miramos hacia atrás, y podemos darnos cuenta que ya no somos los mismos que antes iniciar el proceso. Algo ha cambiado dentro nuestro. Algo se ha "recolocado" de nuevo. Si tomamos conciencia de esto y lo aceptamos como momentos o épocas necesarias (y naturales) para evolucionar, probablemente con el tiempo encontramos más sentido a nuestra trayectoria vital y podamos sentirnos más completos, enteros, expertos,...

No existe vida sin la presente idea de la muerte. Como dos caras de la misma moneda; negar la muerte, es como negar parte del arte de saber vivir. 
Por eso, os invito a que os permitáis "dejar ir" (relaciones, posesiones, estilos de vida, trabajos insatisfactorios), a que os "desprendáis" y dejéis "morir" de aspectos de vuestra vida que ya no os nutran, que reviséis vuestros valores y prioridades, toméis las decisiones no tal vez las que más os gusten sino las que más os convengan... Sólo dejando "morir" ciertos aspectos de nuestra vida hasta hoy, podremos dejar espacio para que emerjan de nuevos. 
Disfrutemos, pues, de la alegría de vivir,  con sus luces y sus sombras.

Bienvenidos a 2020.



"... Sólo podemos vivir de verdad y amar la vida si somos conscientes
en todo momento de que somos seres efímeros"
Elisabeth Kübler-Ros
 
Gracias por leerme.