Cuando elegí colaborar en el programa de radio liderado por Santiago Dominguez, Aprendiendo a Vivir ,no me podía imaginar tener experiencias tan ricas tanto en los temas en los que participo como en cuanto a la cantidad y calidad de personas que estoy teniendo el beneplácito de conocer y de compartir conocimientos, bagaje y experiencias. Me resulta realmente inspirador porque me hace reflexionar sobre temas tal vez ya "conocidos" o tal vez no; me invita a retomar nuevos aspectos que, según mi entender, pueda exponer abiertamente y puedan resultar útiles y de interés para los seguidores y oyentes del programa. Entre otras cosas son temas muy alineados en la naturaleza del ser humano, su manera de percibir, de crearse sus propias creencias y de interactuar en el mundo. Precisamente de lo que suelo tratar en mis formaciones como didacta de Programación Neurolingüistica.
Muchos de estos temas cuestionan la manera que, en general, tenemos las personas de movernos por el mundo, de imponernos "deberes" y de limitarnos a la hora de ser felices.
Como el tema que pudimos escuchar el pasado 24 de diciembre:
¿Hacemos las cosas por obligación o por elección?
Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio
y en este espacio descansa nuestra capacidad de elegir.
Victor Frankl
Desde la Programación Neurolingüística es muy importante cómo nos hablamos, porque así como nos hablamos estamos más abiertos o limitados a percibir algunos aspectos de la realidad; así percibimos nuestra vida y así respondemos a ella.
Algo que tenemos por costumbre es culpar a agentes externos (circunstancias, personas, sucesos, sistemas, etc) de lo que ocurre en nuestro interior (frustración, rabia, resentimiento, ...), y por tanto de lo que estamos "obligados" a hacer para movernos en ciertos ambientes o soportar algunas situaciones tal vez desagradables y poco placenteras. Es fácil "echar balones fuera" cuando nos negamos a responsabilizarnos de nuestra propia vida y de nuestras propias decisiones.
Palabras como debo de, tengo que, he de... implican "obligación" y nos alejan de nuestra propia responsabilidad a la hora de elegir hacerlo o no. En PNL tenemos toda una serie de preguntas adecuadas, comprendidas dentro del llamado Metamodelo del lenguaje, para retar este tipo de transgresiones lingüísticas. Ante tales palabras que nos "obligan" a hacer cosas, cabe preguntarnos ¿Qué pasaría si no lo hiciéramos? Tal vez no nos apetezca... sin embargo a menudo nos apetezca o no hacer algunas cosas es importantes hacerlas por las consecuencias que implicaría el no hacerlas. Luego ¿nos conviene hacerlas? Esta pregunta nos abre la posibilidad de que aunque no tengamos ganas de hacer algo, terminaremos "ganando algo" si lo llevamos a cabo. Luego hay una ganancia, luego hay una compensación. Por lo tanto, aunque no nos apetezca, elegimos hacerla porque ya hemos descubierto las consecuencias positivas de hacerlo. Lo importante es tomar consciencia de que hagamos lo que hagamos, lo hacemos por elección y con ello nos liberamos de la queja y del pesar que nos supone hacer cosas que, aunque nos compense, no nos apetece hacer.
Para sustituir los "debo de...", "tengo que...", "he de...", proponemos el elijo, me conviene y quiero. Pequeñas "claves lingüísticas" que repercuten mucho más positiva y proactivamente en nuestras emociones. Aunque algo sentimos que lo hagamos por "obligación" os invito a ir más allá y descubrir la ganancia secundaria,¿qué es lo que obtendremos al hacerlo?
En esta tertulia tuve la gracia de coincidir, una vez más con mi queridísima María Amparo Ramos, con Shela Brunner y con María Isabel Jiménez a quienes tuve el pacer de conocer casi "en directo" y que compartimos cada una desde su experiencia y bajo un mismo prisma, que al fin y al cabo, siempre estamos eligiendo.
En palabras de María Amparo y desde un punto de vista mucho más profundo y espiritual, desde el Ser tenemos toda la capacidad y el derecho de elegir... y cuando nos vemos en ese aspecto de obligación de ir a trabajar o hacernos la cama, por ejemplo, ella proponer tomar conciencia y agradecer que tenemos trabajo al que ir y de que podemos (estamos en todas nuestras capacidades físicas y mentales para hacerlo) hacer la cama.
Luego, para concluir, invito al lector se revise y se pregunte si mayormente en su vida hace las cosas sintiéndolas como obligación (y pueda sentir su peso y la carga que eso puede implicar) o por elección; y que se pregunte si en algún aspecto de su vida o con alguna persona en concreto seria conveniente empezar a poner ciertos límites, revisar sus valores y tomar consciencia de las ganancias secundarias que se esconden detras de cada decisión.
Yo decido cómo vivo.
Yo soy un paso más cerca o uno más lejos
H. G. Schiavon
Gracias por leerme.