lunes, 20 de enero de 2020

¿Hacemos las cosas por obligación o por elección?


Cuando elegí colaborar en el programa de radio liderado por Santiago DominguezAprendiendo a Vivir ,no me podía imaginar tener experiencias tan ricas tanto en los temas en los que participo como en cuanto a la cantidad y calidad de personas que estoy teniendo el beneplácito de conocer y de compartir conocimientos, bagaje y experiencias. Me resulta realmente inspirador porque me hace reflexionar sobre temas tal vez ya "conocidos" o tal vez no; me invita a retomar nuevos aspectos que, según mi entender, pueda exponer abiertamente y puedan resultar útiles y de interés para los seguidores y oyentes del programa. Entre otras cosas son temas muy alineados en la naturaleza del ser humano, su manera de percibir, de crearse sus propias creencias y de interactuar en el mundo. Precisamente de lo que suelo tratar en mis formaciones como didacta de Programación Neurolingüistica.
Muchos de estos temas cuestionan la manera que, en general, tenemos las personas de movernos por el mundo, de imponernos "deberes" y de limitarnos a la hora de ser felices.
Como el tema que pudimos escuchar el pasado 24 de diciembre:  
¿Hacemos las cosas por obligación o por elección?


Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio
y en este espacio descansa nuestra capacidad de elegir. 
Victor Frankl

Desde la Programación Neurolingüística es muy importante cómo nos hablamos, porque así como nos hablamos estamos más abiertos o limitados a percibir algunos aspectos de la realidad; así percibimos nuestra vida y así respondemos a ella.
Algo que tenemos por costumbre es culpar a agentes externos (circunstancias, personas, sucesos, sistemas, etc) de lo que ocurre en nuestro interior (frustración, rabia, resentimiento, ...), y por tanto de lo que estamos "obligados" a hacer para movernos en ciertos ambientes o soportar algunas situaciones tal vez desagradables y poco placenteras. Es fácil "echar balones fuera" cuando nos negamos a responsabilizarnos de nuestra propia vida y de nuestras propias decisiones.

Palabras como debo de, tengo que,  he de... implican "obligación" y nos alejan de nuestra propia responsabilidad a la hora de elegir hacerlo o no. En PNL tenemos toda una serie de preguntas adecuadas, comprendidas dentro del llamado Metamodelo del lenguaje, para retar este tipo de transgresiones lingüísticas. Ante tales palabras que nos "obligan" a hacer cosas, cabe preguntarnos ¿Qué pasaría si no lo hiciéramos? Tal vez no nos apetezca... sin embargo a menudo nos apetezca o no hacer algunas cosas es importantes hacerlas por las consecuencias que implicaría el no hacerlas. Luego ¿nos conviene hacerlas? Esta pregunta nos abre la posibilidad de que aunque no tengamos ganas de hacer algo, terminaremos "ganando algo" si lo llevamos a cabo. Luego hay una ganancia, luego hay una compensación. Por lo tanto, aunque no nos apetezca, elegimos hacerla porque ya hemos descubierto las consecuencias positivas de hacerlo. Lo importante es tomar consciencia de que hagamos lo que hagamos, lo hacemos por elección y con ello nos liberamos de la queja y del pesar que nos supone hacer cosas que, aunque nos compense, no nos apetece hacer.
Para sustituir los "debo de...", "tengo que...", "he de...", proponemos el  elijo, me conviene y quiero. Pequeñas "claves lingüísticas" que repercuten mucho más positiva y proactivamente en nuestras emociones. Aunque algo sentimos que lo hagamos por "obligación" os invito a ir más allá y descubrir la ganancia secundaria,¿qué es lo que obtendremos al hacerlo?

En esta tertulia tuve la gracia de coincidir, una vez más con mi queridísima María Amparo Ramos, con Shela Brunner y con María Isabel Jiménez a quienes tuve el pacer de conocer casi "en directo" y que compartimos cada una desde su experiencia y bajo un mismo prisma, que al fin y al cabo, siempre estamos eligiendo.

En palabras de María Amparo y desde un punto de vista mucho más profundo y espiritual, desde el Ser tenemos toda la capacidad y el derecho de elegir... y cuando nos vemos en ese aspecto de obligación de ir a trabajar o hacernos la cama, por ejemplo, ella proponer tomar conciencia y agradecer que tenemos trabajo al que ir y de que podemos (estamos en todas nuestras capacidades físicas y mentales para hacerlo) hacer la cama.

Luego, para concluir, invito al lector se revise y se pregunte si mayormente en su vida hace las cosas sintiéndolas como obligación (y pueda sentir su peso y la carga que eso puede implicar)  o por elección;  y que se pregunte si en algún aspecto de su vida o con alguna persona en concreto seria conveniente empezar a poner ciertos límites, revisar sus valores y tomar consciencia de las ganancias secundarias que se esconden detras de cada decisión. 


Yo decido cómo vivo.
Yo soy un paso más cerca o uno más lejos
H. G. Schiavon

Gracias por leerme.



lunes, 30 de diciembre de 2019

¿Saber vivir para saber morir?




Dicen que quien más valora la vida, menos teme a la muerte.

La muerte, el morir y el miedo a lo desconocido.
Un tema de todo menos indiferente, fue el que abordamos el pasado 3 de diciembre durante el programa de radio "Aprendiendo a vivir" [puedes hacer doble click en el enlace si quieres acceder al programa] y que he querido aprovechar para despedir 2019 y abrir líneas de reflexión para vivir más conscientes el casi estrenado 2020.


Algunos de los oyentes dejaron sus comentarios. 
"No temo tanto a la muerte como al cómo morir."
El cómo, el sufrimiento y el dolor que puede suponer un proceso hacia una muerte inevitable es a lo que mayormente se teme, más que a la muerte misma.
"Yo no temo morir, temo a que mis seres queridos vayan desapareciendo"
Ese apego, tan arraigado en Occidente, que evita que "soltemos" aquellos vínculos que consideramos a nivel mental, imprescindibles para sobrevivir y aprendamos a "desapegarnos" para vivir con mayor plenitud.
Otros muchos de los que temen morir a lo que realmente temen es a ser olvidados.

Mientras que, en otras culturas, la muerte está presente en rituales, incorporada e integrada como algo natural dentro del mismo proceso de vivir; en occidente sigue siendo un tabú, algo de lo que no hay que hablar, algo oculto, algo, incluso maligno y temeroso. Y es que, según, el artículo que leí horas antes del programa, en occidente fomentamos el concepto de aferrarnos a las cosas y de crecer con la idea de que todo es "para siempre"; no se nos prepara para las pérdidas, para el desapego ni para las ausencias. Esta manera de pensar y concebir la muerte hace dificultoso que podamos aceptarla como algo natural en el proceso del arte de vivir.

La muerte es por lo tanto un concepto arraigado en la cultura e idiosincrasia de un país, una nación o un continente entero.  En otras partes del mundo, se concibe la muerte como un motivo más para celebrar la vida y reforzar los vínculos del grupo de pertenencia, la familia o la tribu; siendo así, se entiende que las sociedades también se puedan reforzar gracias a la muerte, concebida como una experiencia vital que es inevitable y necesaria.

Cuando Santiago Domingo, el creador y coordinador de Aprendiendo a vivir, me comunicó el tema de la semana, empecé a indagar sobre un libro que me facilitó mi madre, amplia conocedora de bibliografía de temas "raros", a través del cual me inspiré para mi intervención en el programa. El título ya me llamó la atención:Una vida para una buena muerte cuya autora, Susanne Schaup expone la vida y las experiencias como terapeuta de Elisabeth Kübler-Ross que centró su carrera, casi por casualidad, en considerar la muerte como una parte relevante de la vida y ayudar a moribundos, hablando con ellos y acompañándolos en los últimos momentos, en lugar de dejarlos morir solos, desarraigados, con sus temores. Entre sus páginas pude extraer, que si concebimos la muerte como parte del proceso de vivir y lo tomamos como algo natural e inevitable, tal y como es, el miedo y los tabúes vinculados a ella serian menos. Kübler-Ross se planteó el por qué en la civilización moderna, a diferencia de lo que sucedía en otras épocas y culturas, la muerte y la agonía van ligadas al miedo, y expone que si cambiamos el enfoque y la mirada, la muerte y el concepto de ella modifican la realidad. Una vez más nos encontramos evidencias de que nuestras creencias son tan poderosas que crean nuestra realidad, incluso nuestras creencias sobre la muerte.

Desde la experiencia y conocimientos de mis compañeras de tertulia: Mª José Villalba, Maria Amparo Ramos y Nuria Verger, expusieron el tema desde la trascendencia y aprendizaje del Ser, y el miedo (también comprensible) al cambio que supone dejar la materia, nuestro cuerpo, para convertirnos, transformarnos o "volver" a nuestra esencia como seres espirituales. También hablamos sobre la muerte "clínica" y que, hablando como si de energía se tratara, (que ni nace ni muere sólo se transforma,) la muerte como tal no existe. Todo forma parte de un continuo proceso de cambio, evolución y transformación del Ser.

Desde mi experiencia en procesos de formación y coaching, y también vivida personalmente, la muerte (como dejar ir algo nuestro para evolucionar como seres humanos), forma parte de la naturaleza de evolucionar y vivir. A lo largo de nuestra vida, nos podemos encontrar en procesos de crisis, digamos, "existenciales"en el que la única salida es trascender a lo que hasta el momento "hemos sido" y dejar morir partes nuestras para dejar emerger nuevos valores, prioridades, estilos de vida, y propósitos. Estas "llamadas" a evolucionar y tomar consciencia de un aprendizaje vital, a menudo se manifestarse a través de enfermedades, depresiones, miedos o sentimientos de profunda vulnerabilidad. Durante ese periodo, estamos siendo llamados a reconstruirnos como seres individuales y desde nuestro sentido del Yo. Son momentos que nos invitan a dejar parte de quienes fuimos para convertirnos y crearnos en quienes estamos llamados a ser; a replantearnos qué queremos de verdad, por qué estamos dispuestos a levantarnos todos los días y seguir adelante, en quienes nos queremos convertir. Una oportunidad para la transformación desde dentro. El dolor y las crisis pasan, y al salir de estos procesos, miramos hacia atrás, y podemos darnos cuenta que ya no somos los mismos que antes iniciar el proceso. Algo ha cambiado dentro nuestro. Algo se ha "recolocado" de nuevo. Si tomamos conciencia de esto y lo aceptamos como momentos o épocas necesarias (y naturales) para evolucionar, probablemente con el tiempo encontramos más sentido a nuestra trayectoria vital y podamos sentirnos más completos, enteros, expertos,...

No existe vida sin la presente idea de la muerte. Como dos caras de la misma moneda; negar la muerte, es como negar parte del arte de saber vivir. 
Por eso, os invito a que os permitáis "dejar ir" (relaciones, posesiones, estilos de vida, trabajos insatisfactorios), a que os "desprendáis" y dejéis "morir" de aspectos de vuestra vida que ya no os nutran, que reviséis vuestros valores y prioridades, toméis las decisiones no tal vez las que más os gusten sino las que más os convengan... Sólo dejando "morir" ciertos aspectos de nuestra vida hasta hoy, podremos dejar espacio para que emerjan de nuevos. 
Disfrutemos, pues, de la alegría de vivir,  con sus luces y sus sombras.

Bienvenidos a 2020.



"... Sólo podemos vivir de verdad y amar la vida si somos conscientes
en todo momento de que somos seres efímeros"
Elisabeth Kübler-Ros
 
Gracias por leerme.




jueves, 14 de noviembre de 2019

¿Correcto o incorrecto?





El pasado 5 de noviembre tuve la oportunidad de participar en Aprendiendo a Vivir, un nuevo programa de radio en Valencia (la 101.5 FM) coordinado por Santiago Domingo donde he empezado a colaborar. Este programa se presenta a modo de tertulia entre varios profesionales versando sobre temas relacionados con el crecimiento personal, conciencia, psicología, mente-cuerpo, espiritualidad, y muchos aspectos y disciplinas que nos puedan ayudar a mejorar, aprender y crecer. 

El tema de este programa concreto versaba sobre lo correcto y lo incorrecto y me ha inspirado para escribir este post desde la filosofía y argumentación de la PNL. 

 ¿Y si me equivoco? ¿Y si no es la decisión "correcta"? Preguntas como estas pueden ir machacando nuestra indecisión y provocándonos el efecto llamado como "la parálisis del análisis".

¿Qué es lo correcto? ¿Como influye nuestro sentido de lo correcto o incorrecto en nuestra toma de decisiones?
 
Veamos cómo lo podemos afrontar.

1) Desde las CREENCIAS. 
Nuestro sistema de creencias, junto a los valores y criterios,  es el que determina nuestras capacidades para interactuar, responder, hacer (o no) en determinados momentos, contextos, ambientes y personas. Son las que nos guían en nuestras elecciones y nuestras decisiones, donde encontramos las justificaciones para etiquetar algo de "bueno" o "malo"; "correcto" o "incorrecto", lo que está "bien" y lo que está "mal"... Más allá de nuestras ideas religiosas, ateas o agnósticas, las creencias también representan quienes somos o quienes creemos ser. Sustentan nuestro sentido de la identidad y potencian o limitan nuestras capacidades y nuestras fortalezas. Tienen que ver con los permisos que nos damos para tomar decisiones, aprender y desarrollar nuevas habilidades, si podemos o no hacer ciertas cosas, incluso vencer algunas resistencias o miedos. Tienen que ver con el YO SOY CAPAZ (o no), YO PUEDO (o no), y de una manera más profunda, YO ME LO MEREZCO (o no).
Así que te invito a que ante una disyuntiva de este tipo, una decisión vital (o no tanto) te plantees las siguientes cuestiones:  
¿Soy capaz?  
Y si lo fuera ... ¿qué pasaría?  
¿Cuales serían las posibles consecuencias de que yo tomara esta decisión? ¿Y esta otra?
¿Me lo merezco? 



"Cuando tomas la decisión correcta 
no importa realmente lo que otros piensen" 
Caroline Kennedy



2) Desde el CONTEXTO. 
Una de las presuposiciones de la PNL, es que toda conducta es correcta en el contexto adecuado. Saber enmarcar y contextualizar una conducta (una intervención, unas palabras, un movimiento corporal, un silencio, etc)  es primordial para establecer una buena comunicación y crear un impacto emocional positivo en ti mismo y en los demás, ya que se la considerará congruente, sintonizada y adecuada con aquellos con quienes se está compartiendo un momento y un espacio determinados. Por otra parte, hay personas que, como se suele decir, tienen el "don de la inoportunidad" y aunque vayan con muy buenas intenciones y tengan muy buen fondo no saben ponerse límites ni comprenden los posibles límites que presenta en entorno o ambiente; tampoco llegan a plantearse cómo va a afectar su intervención a las personas involucradas en ese momento y contexto. Sencillamente no filtran esta información, no actúan, hablan o callan a tiempo, no saben distinguir ni diferenciar si es el momento, el lugar y las personas adecuadas para interactuar como ellos hacen. En estos casos, desde un sentimiento de lo oportuno y correcto, podemos oír frases como "eso ha estado fuera de lugar", "este no es el momento", "ahora no corresponde actuar así". Para sentir si una conducta es correcta o incorrecta, más allá de estar cumpliendo las "normas" (sociales, burocráticas, etc.) es atender a esa voz interior llamada por algunos intuición.

3) Desde la INTUICIÓN
A menudo, aplicar las reglas o las normas, es lo correcto... pero, ¿qué ocurre cuando a pesar de estar aplicando esas normas sentimos que algo se desajusta en nuestro interior, se rompe, o tal vez oímos una voz que nos dice "no lo hagas" o "hazlo aunque te saltes las normas"; o cambiamos de perspectiva, y no lo terminamos de ver claro?... es, porque independientemente de lo que las normas nos dicten, nuestra intuición, la voz de nuestra alma, nos susurra, que es un caso concreto, aplicado a una persona concreta, actuar como dictan ciertas reglas o normas, no es correcto, porque han habido antecedentes que nos permiten sentir, que en este caso en particular, no son aplicables por excepcionalidad.



"La toma de decisiones realmente exitosa
reside en un equilibrio entre pensamiento deliberado e intuitivo" 
Malcolm Gladwell



Mis compañeros de tertulia fueron más allá.
A menudo nuestro diálogo interno tituveante y dubitativo, nos paraliza, como he dicho antes, a la hora de tomar una iniciativa o decisión, por miedo a si será incorrecto, a equivocarnos, a "fallar"... ¿estará bien? ¿Y si me equivoco?

Entonces, tanto Mario, como Amparo y Vanessa, plantearon el tema desde la visión de que tomes la decisión que tomes, aunque te hayas equivocado, hayas fallado o te hayas perdido, siempre será la correcta. ¿Porque? Porque la experiencia en sí misma siempre incluye, si lo queremos ver y darnos cuenta, un aprendizaje vital para nosotros para crecer, avanzar y mejorar como seres humanos. Desde esta perspectiva, la decisión y las consecuencias siempre serán las correctas. A veces ocurren cosas desagradables e indeseadas, pero es lo correcto, a un nivel superior de consciencia, siempre estamos en el lugar adecuado, con las personas oportunas haciendo lo correcto, aunque podamos sentir que nos hemos equivocado y fracasado. Todo está bien si sabemos percibirlo desde el aprendizaje y la experiencia.



"Siempre es el momento apropiado para hacer lo que es correcto" 
Martin Luther King




Gracias por leerme.


viernes, 18 de octubre de 2019

El no-hacer como iniciativa creativa




Existe la imagen generalizada de que alguien creativo es alguien que no para de idear y de probar cosas nuevas, es alguien con un alto índice de actividad física y mental, es un hacedor nato, el que toma la iniciativa, el precursor de algo novedoso, el pionero de algo innovador...

El creativo debe comprender que, a veces, la mejor iniciativa creativa es parar y literalmente no-hacer-nada.

Cuando nos paramos, creamos silencios, vacíos, lagunas, distancias, quietud... entonces nos podemos permitir contemplar qué ocurre. ¿Alguna respuesta?

Cuando nos obscecamos en algún asunto, y ponemos todo nuestro empeño en ser efectivos, en hacer que algo funcione (un equipo, un invento, un experimento, una relación, un proyecto o cualquier iniciativa) según como nosotros creemos que debe funcionar, las energías se nos van. Nos agotamos y nos frustramos.
¿Qué ocurre cuando no hacemos nada?
Según la teoría de sistemas, cuando un elemento cambia, el sistema se mueve con el fin de mantener el equilibrio y la armonía entre los elementos que lo forman. Cuando un elemento "hacedor", deja de hacer, el sistema también cambia, los demás elementos se moverán para seguir en movimiento... o no, y dejar morir al sistema entero. Luego cabe preguntarse... ¿de quien dependía la vida de ese sistema, entonces? Del hacedor.


"No se trata de hablar.
No se trata de callar.
Se trata de abrir algo entre la palabra y el silencio."
R. Juárroz


La pasión como fuerza creativa nos energetiza para emprender, para empezar; el desafío se nos presenta cuando la pasión (algo efímero que consume mucha energía) se desvanece y nos vemos en el peligro de desmotivarnos y perder las ganas de seguir. El desafío emerge, cuando nos conviene mantener esa pasión, energía y motivación de continuar con la esperanza de ver esa idea cristalizada.
La inspiración y la pasión nos empujan a iniciar algo, pero el proceso puede ser largo y eso nos permite convertirlo en un proceso creativo en el cual nunca sabemos a ciencia cierta lo que va a ir ocurriendo a medida que nosotros vamos haciendo, avanzando y tomando decisiones. Como la vida misma.

Uno de los fundamentos de la creatividad es aprender a pensar diferente, poder percibir el problema o la situación de manera útil, productiva y positiva, ¿Como puedo darle la vuelta a esta situación y aprovecharla para crear una respuesta nueva, inesperada, creativa? La finalidad es aprender a flexibilizar con el fin de desarrollar otras habilidades que nos permitan actuar de otra manera... ¿Para qué? para conseguir algo diferente. Si tú cambias, el sistema cambia, la relación cambia, el equipo cambia, ... 

Una de las estrategias que uso habitualmente cuando acompaño a personas, tanto en coaching como en formación, es provocar a través de preguntas, una respuesta inesperada. Mis clientes suelen irse "decolorados" porque les incito a pensar de manera diferente, a percibir situaciones-problema, de una manera generativa, y contemplar aquello "bueno" de lo "malo" que les está sucediendo. Les invito a que abran posibilidades y "se arriesguen" a contemplar nuevas maneras de pensar y hacer que les permita dar ese paso hacia algo nuevo en un proceso de cambio o incertidumbre.
Si para las personas más "pasivas" el reto consiste en tomar la iniciativa, pasar a la acción y dar ese primer paso como fuente generativa de nuevos comportamientos,  para las personas hacedoras, proactivas y provocadoras de situaciones, el desafío se encuentra en no-hacer-nada. Parar. Ausentarse. No-Acción. Silencio... y esperar a ver qué pasa: poner atención a las nuevas consecuencias. Porque las habrán, aunque pueda que no nos guste. Pero el objetivo no es que nos guste, sino explorar nuevos comportamientos. 

Puede resultar tremendamente revelador observar lo que a partir del no-hacer-nada emerge, qué ocurre y cómo afecta al proceso, al resultado, al trabajo con otras personas. Ninguna de nuestras conductas cae en saco roto, la ausencia de ellas, tampoco; el hecho de crear un vacío, una ausencia y un silencio puede resultar tremendamente inspirador y revelar recursos tal vez antes desaprovechados. Puede ser toda una provocación para que los demás saquen de ellos mismos sus propias iniciativas creativas, eficaces e innovadoras de manera auténtica y genuina.

Gracias por leerme



jueves, 5 de septiembre de 2019

¿Aportas o apartas?







Cuentan los guaraníes que un día hubo un enorme incendio en la selva.
Todos los animales huían despavoridos, pues era un fuego terrible.
De pronto, el jaguar vio pasar sobre su cabeza al colibrí… en dirección contraria, es decir, hacia el fuego.
Le extrañó sobremanera, pero no quiso detenerse.
Al instante, lo vio pasar de nuevo, esta vez en su misma dirección.
Pudo observar este ir y venir repetidas veces, hasta que decidió preguntar al pajarillo, pues le parecía un comportamiento harto estrafalario:
¿Qué haces colibrí?, le preguntó.
Voy al lago -respondió el ave- tomo agua con el pico y la echo en el fuego para apagar el incendio.
El jaguar se sonrió.
¿Estás loco?- le dijo. ¿Crees que vas a conseguir apagarlo con tu pequeño pico tú solo?
Bueno- respondió, el colibrí- yo hago mi parte…
Y tras decir esto, se marchó a por más agua al lago.




A menudo entre el blanco y el negro hay un sinfín de matices, todo un mundo de grises e infinidad de colores, que representan muchas posibilidades a la hora de interactuar con nuestros semejantes, de dar una respuesta ante situaciones y entornos específicos, y de encontrar una solución creativa a algún problema o dificultad. Cuanto de más opciones dispongamos más capacidad resolutiva tendremos. Sin embargo, hay ocasiones y momentos en la vida donde no existe el punto medio, donde ser neutral no es posible y el abanico de posibilidades se reduce a un sencillo Sí o un sencillo No. En comunicación humana la neutralidad no existe. O haces, o no haces. O dices o callas. O sumas o restas. O aportas o apartas. 

No existe el término medio de "dar un paso", ¿qué es un «medio paso»?  No existe. Lo das o no lo das. Un «medio paso» supondría estar apoyados en un solo pie mientras el otro está suspendido en el aire a mitad camino de concluir. Esto nos llevaría, tarde o temprano a perder el equilibrio. Tampoco existe el término medio en el hecho de que una mujer esté embarazada; o lo está o no lo está, pero no puede "estar un poco embarazada". Hay momentos, situaciones y relaciones donde la escala de grises, sencillamente no es posible, porque no es sostenible, porque no es natural.


"Aquel que lo piensa mucho antes de dar un paso,
se pasará toda su vida en un solo pie"

Proverbio chino

En la cultura de la colaboración y cooperación (en cualquier área de nuestra vida), el no aportar influye sobremanera en la satisfacción sistémica de los componentes de un grupo, bien sea un equipo de trabajo, la familia, un grupo de amigos, etc. Esto, de manera directa o indirecta, terminará por afectar a los resultados, bien sean tácticos, emocionales, de comunicación, expresados en modo de objetivos, etc. El no aportar hace caer las expectativas y la motivación, la credibilidad y la confianza, hace que las ganas mermen dando paso a la frustración y decepción. Por eso el que no aporta, aparta. Aparta a las personas, pierde respeto, confianza y reputación… sencillamente se pierden las ganas de contar con él (o ella). Se aparta del proyecto, de la relación o del equipo.


 "Intenta no volverte un hombre de éxito,
sino volverte un hombre de valor"

Albert Einstein

Cuando estamos “a medias” con algo, no estamos con toda nuestra capacidad creativa, con todo nuestro potencial ni la responsabilidad que ello implica. Cuando «estamos a medias con la vida» dejamos de poner atención plena y amor en ese proyecto, equipo o persona/s. Estamos lejos de saber cuidar y proteger. No se trata de estar todo el tiempo con ello; sino como hace nuestro amigo el colibrí, hacer nuestra parte con los recursos y capacidades de los que disponemos, y hacerlo de manera completa. Un instante de aportación hace más que toda una vida de “apartación”. Sin amor, cuidado y empatía, las ganas se pierden y los vínculos se rompen. Un equipo, cualquier tipo de proyecto unipersonal o colaborativo, cualquier relación, si queremos que sea satisfactorio y sostenible, es importante cuidarlo y protegerlo, y cuidar y proteger las relaciones interpersonales en él implicadas: proteger de los vacíos en comunicación, de los posibles malentendidos, de los miedos y posibles amenazas que pongan en peligro sea lo que fuere que se esté gestando o llevando a cabo. El estado emocional de los seres humanos es cambiante y hay momentos en que hay que vigilar las repercusiones y consecuencias de las decisiones que se toman. 

Aportar no es darlo todo, es dar lo mejor en ese momento.


“Hay que querer con más ganas y con menos miedos”
#FábricaDeValientes

A veces vamos de puntillas por la vida. Sin involucrarnos demasiado, sin comprometernos con ella, con la nuestra, sin asumir consecuencias, porque creemos que al no comprometernos estamos libres de culpa y pecado. El no-hacer-nada también es hacer, pero apartando, no aportando. Todo influye. El ir a medias es un sí-pero-no que corre el riesgo de terminar siendo un no-definitivo. El no aportar, aparta, y en momentos de crisis o incertidumbre esto se convierte en un punto de inflexión a la hora de tomar decisiones. A veces en la vida, no caben las medias tintas.

El «estar a medias» puede ser como estar meciéndonos en una mecedora, nos mantiene ocupados pero no nos lleva a ninguna parte. Y siempre llega ese momento en el que nos toca definirnos, decidir si estar presente, o apartarnos, y asumir las consecuencias y los riesgos de cada una de estas dos alternativas. Porque el punto medio ya no es posible.

Desde estas líneas te invito a reflexionar:
-     De manera general ¿tiendes a aportar o a apartar?
-    ¿En qué contextos y con qué personas aportas?
-    ¿De qué contextos y personas te apartas?
-    ¿Qué aportas? ¿Das lo mejor en ese momento o lo das “a medias”?
-    ¿Eres más como el colibrí de la fábula o como el jaguar?
-    ¿Cómo contribuyes al beneficio común?



“El valor que le das a algo es proporcional a lo que estás dispuesto a renunciar
para obtenerlo, cuidarlo y mantenerlo”
#YoMisma





jueves, 22 de agosto de 2019

Reconectarse: el arte de volver a uno mismo





El tiempo de veraneo va bien, para desconectar de la rutina, del trabajo, de los haberes y deberes; pero es habitual desconectarse de eso, para conectarse a otros qué-haceres, deberes e imposiciones que nos consumen, y cuando volvemos de las vacaciones, seguimos tan agotados o más que cuando las iniciamos... sin percatarnos de que seguimos desvinculados de nosotros mismos. Lo exterior a menudo nos consume tanto que terminamos desatendiendo nuestra propia esencia.

El verano va bien, para desconectarnos de lo ordinario y hacernos volver a lo extraordinario, a lo que hay dentro de cada ser único, pero tenemos que poner voluntad para que eso sea, tenemos que poner ganas, vigilar que las costumbres no nos consuman y permitirnos hacer algo diferente, inspirador, regenerador emocional...  como volver a lugares casi olvidados, con personas y paisajes amados, tal vez cuidados sí, pero en la distancia. Romper el letargo de la costumbre, de lo habitual, de la rutina, de "lo de siempre" no es facil, pero necesario para permitirnos volver. Volver a descubrir viejos lugares con ojos nuevos, volver a ponernos frente un papel en blanco y permitirnos reconectar con aquellas pinturas, tintas y pinceles con los que fuimos felices, volver a oler a linóleo y a trabajar con las gubias que revelan un nuevo dibujo, preparado para entintar y estampar...Explorar qué ocurre ahora, sin expectativas, sin miedo a que salga "mal", sin pretensión de hacer la obra pictórica de nuestra vida.

Permitirnos fluir con los acontecimientos. Si tiene que ser, será, y si no, nos espera un plan mejor. Estas vacaciones para mí han sido las vacaciones del no-plan, el mejor plan es que no-hay-plan; voy creándolo sobre la marcha, a ver qué ocurre, a ver si es posible, a ver qué pasa. La mente abierta y el corazón contento, porque cuando hay ganas, todo es posible.
Volver... volver a mí y a los lugares de recuerdos entrañables con las personas oportunas con quien compartir y reconectar con los tiempos que fueron, revivirlos como si fueran hoy y que todavía pueden volver a ser, con otro tiempo, con la familia ampliada, con nuevas miradas y con ganas, muchas ganas de volver a hacerlo posible. Con nostalgia por los que ya no están, pero con mucha alegría de querer compartir momentos de nuevo juntos.


 "Estés dónde estés, lo que más importa es que estés en ti."
Alejandro Jodorosky



Volver a nuestra historia es retomar la esencia de lo que fuimos, de lo que nos unió, de dónde venimos, de lo que nos inspiró momentos de goce, de sosiego, de relojes parados.
Volver a nuestra historia es volver a las raíces que nos nutren, y absover su salvia, su "poción mágica", el "elixir" de nuestros orígenes. Es volver a lugares y personas que no nos dan prisa, donde todo-esta-bien, a pesar de que podamos estar a 40° o bajo una tormenta de verano... Vamos haciendo, sin plan, creándolo, sin prisa; porque lo que importa no es lo que suceda fuera, sino lo que existe dentro de cada uno de nosotros y la realidad que queramos crear entre todos.

El verano es uno de esos "tiempos para desconectar" de todo y una gran oportunidad para reconectarnos hacia dentro, allí donde simplemente somos, donde reside nuestra fuerza vital desde las ganas de convivir, compartir y disfrutar. Cerrarlo todo para abrirnos al presente, respirar el aire que nos brinda la naturaleza, oler a mar y a pino, y hacer cosas nuevas... Desde visitar un cine de verano con desconocidos,  ir a ver a unos amigos en una villa en plena sierra quince años más tarde, ver una exposición innovadora con la familia,  o pasar un fin de semana en un pueblecito costero con un par de amigas. Sin plan, sobre la marcha. La única intención es explorar otros paisajes, vivir nuevas experiencias, salir de lo habitual y disfrutar, reencontrarnos con nuevas experiencias que contar, que reír. 

Algo que me saque de lo-de-todos-los-días, y me meta en mí; algo que me inspire desde dentro para seguir creando y aportando valor hacia fuera, a este mundo tan diverso, tan disperso, tan cambiante,... tan loco.

Cuando vuelvo reconectada, vuelvo mejor, más yo, con energía renovada y con más ganas de seguir expandiendo, influyendo y contribuyendo a que las personas consigan vivir la vida que desean.



 "Camina lento, no te apresures; al único lugar donde tienes que llegar
es a ti mismo."
Ortega y Gasset
 
 
Y tú ¿cómo haces para re-conectarte?
 

Gracias por leerme.
 

lunes, 29 de julio de 2019

Seguir subiendo







Durante este mes de julio he tenido la oportunidad de llevar a cabo un pequeño propósito: desarrollar e impartir una triada de formaciones breves relacionadas con, a mi parecer, las tres fuentes más inspiradoras del comportamiento humano: la comunicación, la creatividad y la consecución de objetivos. Y lo he hecho por este orden.

#Comunicación, en forma de habilidades para desarrollar y practicar los entresijos más básicos y más divertidos de la comunicación humana e interpersonal: cómo percibimos nuestro entorno, cómo procesamos la información que captamos a través de nuestros sentidos, qué representación interna nos hacemos de ese entorno (o situación) y cómo respondemos ante él, con todo lo que conlleva atender con los oídos y escuchar con la mirada tanto las palabras como el lenguaje no verbal (tanto de nosotros mismos como de nuestros interlocutores).

#Creatividad, en forma de habilidades para expandir nuestra visión y aprender a ampliar la gama de posibilidades más allá de lo que siempre se ha hecho; abriendo nuevas y más creativas maneras de pensar para fomentar el pensamiento lateral; dar un giro a nuestra manera habitual de percibir y "traducir" los acontecimientos (problemas, situaciones, conflictos, objetivos) para encontrarles una salida o solución; hacernos preguntas útiles que nos permitan "dale la vuelta" al significado y contemplar diferentes posibilidades en la consecución de un sueño.

#Objetivos, en forma de habilidades estratégicas y técnicas que nos invitan a plantearnos nuestros propósitos de manera que puedan ser más eficazmente alcanzados, nos ayuden a focalizar la atención en lo que queremos conseguir y a encontrar maneras "realistas" de lograrlo, más allá de las puras fantasías e ilusiones.

Durante está última formación hablé del ya archiconocido, tanto en universo del coaching como de la PNL,  Estado Deseado, como aquel punto donde queremos estar y que todavía no hemos conseguido. Hablando sobre el estado deseado, y el proceso hasta llegar a él, un alumno preguntó:

- Y una vez yo alcance el Estado Deseado ¿qué?
- Pues, como decía Walt Disney- respondo- "lo importante no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir" 
- Entonces - prosigue el alumno- ¿esto qué es, un no parar?

Pues sí, querido amigo, es un no parar... ¿en qué crees sino que consiste la Vida? Podemos tomar un respiro, descansar, y tomarnos unas pequeñas vacaciones para sentir cierta estabilidad, asentar unas bases y disfrutar de nuestros logros, pero es conveniente tener en cuenta que la naturaleza del Universo es el Cambio, la Vida te va a ir pidiendo otro paso, más hacia delante, más hacia arriba ... y esto implica, necesariamente un paso más hacia dentro (hacia tu propio autoconocimiento, hacia tu propia evolución personal) .
Lo peor es creer o pensar que una vez hayamos conseguido algo (casarnos, tener un hijo -o dos-, montar un negocio, encontrar un trabajo, aprobar unas oposiciones, ...) ya tenemos la vida solucionada y que todo será perfectamente controlable, rutinario, letárgico, como si nunca más fueran a pasarnos cosas que nos invitaran a salir de lo conocido, para "seguir subiendo".


"Aprendí que lo importante no es llegar a la cima,
sino jamás dejar de subir."
Walt Disney 

Por esto considero tomar consciencia de nuestra capacidad creativa ya que estamos continuamente creando nuestra propia vida a través de las decisiones que tomamos, a través de nuestras elecciones, a través de nuestra capacidad de ver alternativas, no sé si mejores, pero sí diferentes, arriesgándonos, eso sí, a probar algo nuevo, y que tal vez no cubra con nuestro ideal primero o con ciertas expectativas preestablecidas en nuestra cabeza pero que nos motiva a seguir encontrando maneras para conseguirlo. 

La Vida es un continuo reto, una continua aventura, que muchos creen controlar, pero que realmente a lo que podemos aspirar es a saber gestionar los acontecimientos, las adversidades, los imprevistos...  lo que va trayendo, a veces con suaves y pequeñas olas, a veces con grandes tempestades. 

No sé cuál es tu sueño, ni qué desearías para ti si te lo preguntaras, lo que sé es que si no pruebas a hacer algo nuevo, que te mueva, que te apasione (incluso que te incomode un poco) la vida se moverá para que finalmente, aunque sea a regañadientes, cambies: tú y tu manera de ver la vida, tú y tus circunstancias, tú y tu estilo de vida. Y no creas que ante grandes hitos de tu existencia, la aventura se va a frenar, va a terminar... no, la vida te va a continuar invitando a seguir subiendo. 


"Hay algo más fascinante que leer una historia: escribir la tuya propia con ilusión y alegría. Y contártela cada día"
Fitzroy Chevalier


PD. Dedicado a todas aquellas personas que están en su proceso de seguir elevándose, que se motivan día a día para conseguir su siguiente objetivo, que se reinventan continuamente para jamás dejar de subir.